Mientras tanto, el ciclo del cultivo del arroz sigue su curso y la actividad de los agricultores en la marjal no cesa. Cuando se seca el barro, los tractores tienen que arar esta superficie para remover y airear la tierra y prepararla para plantar la nueva cosecha de arroz. Asimismo hay que fumigar y se acaban de arreglar las acequias y “els margens dels camps d´arros” que quedaron bajo las aguas durante la perellona.
Esta situación con los arrozales secos se mantendrá durante un par de meses, donde la presencia de aves en la marjal se reduce a algunas garzas, estorninos o torcaces rebuscando insectos en la reseca superficie de los campos. La presencia de agua en las acequias que los circundan, permite que a estas pocas aves se sumen otras como las pollas de agua y algunos azulones.
En contraste con la sequedad de los arrozales, la primavera ha estallado con todo su esplendor en campos y huertas de las afueras de los pueblos.
Los trinos y cantos de gran variedad de aves inundan el aire y las flores, quizás ayudadas por las generosas lluvias de finales de marzo, proliferan por doquier dando un toque de color espectacular en campos, acequias y eriales.
Arrozales secos y cuarteados |
Explosión floral de la primavera |
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