viernes, 4 de octubre de 2019

UN PRODIGIO DE MIMETISMO


El chotacabras cuellirrojo o pardo, es un ave que luce un plumaje extraordinariamente mimético que le permite pasar absolutamente inadvertida cuando se posa entre la hojarasca o en la rama de un árbol. Un rasgo identificativo es la posesión de una banda de color herrumbre que, a modo de collar, se extiende por la garganta y el pecho.
Su sonido característico es un canto disilábico, muy sonoro, repetitivo y audible a gran distancia, semejante a un kiotoc-kiotoc-kiotoc aparentemente electrónico. La hembra realiza un ronco tsche-tsche-tsche.
Prefiere regiones de matorral mezclado con arbolado de tipo variado, y no parece frecuentar zonas altas, ya que muy rara vez se le encuentra criando por encima de los mil metros de altitud. No construye nido, pero aprovecha una ligera depresión del terreno para depositar los huevos en el suelo raso. Su área de cría en España se extiende por casi toda la Península, faltando en el norte y en las montañas, así como en Baleares.  
Aves enigmáticas y muy poco conocidas, los chotacabras cuellirrojos son unas criaturas nocturnas dotadas de notables adaptaciones para la caza de insectos en vuelo, como es su silencioso batir de alas, una gran cavidad bucal para papar a sus presas en el aire, enormes ojos oscuros y la posesión de vibrisas táctiles en torno al pico. Muy sensibles a las transformaciones del hábitat y a los atropellos, la población de estos caprimúlgidos parece estabilizarse después de años de regresión. 











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