Buscando papamoscas grises en zonas de huerta de las afueras de Silla, me encontré con un cachorrito de zorro muy joven.
Debía de ser una de sus primeras salidas por los alrededores de la zorrera, de hecho, no mostro temor alguno a mi presencia y se me acercó a menos de un metro, supongo que movido por la curiosidad ante una especie nueva para él.
Un encuentro sorprendente con una criatura adorable. Espero que su madre le aleccione adecuadamente sobre la maldad de los seres humanos y nos empieza a temer, o la próxima temporada de caza algún desaprensivo cazador se lo ventilara por la vía rápida.
Apenas pude hacerle un puñado de fotos porque no llevaba la cámara encima y cuando fui al coche a por ella y volvi, el zorrito ya se estaba de retirada a su encame.
Desde la maraña impenetrable de matorral se oía como un ladrido corto y sordo. Interpreto que sería la madre raposa llamando a su travieso cachorrete.
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