Todos los años por estas fechas las jóvenes golondrinas se reúnen en la sequia de Rabisanxo, donde ejercitan el vuelo y se pueden alimentar fácilmente con los abundantes mosquitos.
En pocos días deberán estar en plena forma pues tendrán que emprender su viaje migratorio a sus cuarteles de invierno.
Junto a las golondrinas también había un par de aviones zapadores.
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