Sesión fructífera de tumbing en la marjal de Pinedo en busca del
busardo ratonero.
El ejemplar que ha bajado debía de ser un jovenzuelo, pues ante el tumultuoso bullicio
de un grupo de 7-8 urracas que fueron las primeras en llegar, se mostró
intimidado y tardo más de una hora en la aproximación a la carroña. Y una vez
allí, el continuo acoso de las urracas ha provocado que al final se fuera sin
apenas probar bocado.
De todas formas me ha deparado una sesión muy
fructífera y espero que vuelva a aparecer en la próxima ocasión.
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