Estamos en pleno paso migratorio de limícolas, que tras cumplir con sus
tareas reproductivas están ya de camino hacia sus áreas de invernada. Así que nos acercamos a la marjal de Catarroja a ver que podemos
pillar. Para ello buscamos preferentemente algún arrozal baldío, aunque aquí el
nivel de agua de los arrozales aun esta alto y esto limita la presencia de
limícolas con patitas cortas, más querenciosos hacia zonas fangosas y con menos agua. La sesión no ha estado mal del todo, en solo un par de horas he podido
afotar garceta común, moritos, cigüeñuelas, 1 agachadiza común y un archibebe
claro. Fuera del alcance de la cámara también he visto bueyeras, gaviotas y
fumareles. Cuando baje un poco el nivel de agua y avance el mes de septiembre creo
que tendremos mejores opciones de fotografiar otras especies de limícolas más
menudas.
L’Albufera de
Valencia es uno de los humedales más importantes de la península Ibérica y una
de las zonas de producción de arroz más destacadas de España. Este espacio
protegido, que comprende 21.120 hectáreas de superficie, supone además un punto
de parada para la alimentación y descanso de miles de aves migratorias en sus
diferentes desplazamientos entre los lugares de nidificación e invernada. Es
también un paisaje cultural cargado de singularidades y de un rico patrimonio
vinculado con la agricultura del arroz, la pesca, la caza y el agua. Sin embargo, la
marcada homogeneidad del paisaje del arroz y la intensificación de prácticas de
cultivo hace que la superficie de lugares apropiados para el descanso y
alimentación de las aves se vea casi ausente, en particular durante los meses
en los que muchas especies (en este caso limícolas) realizan su desplazamiento
migratorio hacia los lugares en los que pasar el invierno. Por ello, la FundacióAssut y SEO/BirdLife han puesto en marcha el proyecto
«Arrozales de paso», una iniciativa que tiene por objeto favorecer los lugares
de alimentación y descanso para las aves acuáticas migratorias en L’Albufera. La idea del
proyecto es muy sencilla. Favorecer el hábitat para las aves migratorias (entre
los meses de julio y octubre de cada año) en los arrozales del Parque Natural
de l’Albufera. La propuesta pasa por gestionar y manejar aquellos arrozales
(pocos) en los que el cultivo del arroz ha fallado por diferentes razones,
propiciando unas condiciones adecuadas para las aves migratorias. El proyecto
pretende localizar aquellas parcelas de arrozal que no hayan sido cultivadas o
en las que el crecimiento del cultivo no haya tenido éxito. En determinados
casos, un desarrollo descontrolado de determinadas plantas adventicias, la
afección de determinadas plagas o enfermedades e incluso problemas
climatológicos, pueden ocasionar una pérdida completa de la producción que da
como resultado que esos campos queden abandonados y cubiertos de vegetación
durante meses. En estos casos, se pretende favorecer un hábitat óptimo para las
aves migratorias (en especial las aves limícolas) llevando a cabo una serie de
trabajos agrícolas que permitan mantener la parcela de cultivo libre de
vegetación y con agua. Para ello es necesario roturar los campos en los que
haya fallado el cultivo con el empleo de tractores provistos de los medios para
ello. La idea es mantener estas pequeñas parcelas limpias y libres de
vegetación, permitiendo en la medida de lo posible un nivel de inundación
reducido. El beneficio en este caso es doble ya que, con el control de la
vegetación adventicia que se desarrolla en estos arrozales fallidos, se evita
también la proliferación de plantas no deseadas en el cultivo, evitando su
desarrollo y expansión a las parcelas de arroz vecinas y reduciendo su
presencia en un futuro.
La creación de
estos reducidos enclaves inundados y sin vegetación permite la llegada de una
gran cantidad de aves, especialmente limícolas, flamencos, fumareles,
moritos, patos y otras aves acuáticas, que encuentran en estas pequeñas parcelas unos lugares óptimos en los que
descansar y alimentarse entre los meses de julio y octubre. Las cifras
registradas de aves en ocasiones llegan a ser importantes, con censos por
encima de las 500 aves en un solo campo. Teniendo en cuenta que estas aves se
van renovando continuamente (cada día nuevos individuos llegan y otros siguen
su camino) la cifra total de aves que se ven favorecidas con esta medida es
mucho mayor. De este modo, varios miles de limícolas llegan a utilizar estos
pequeños espacios a lo largo de los meses en los que estas parcelas están
disponibles para las aves. En el proyecto, que cuenta con el apoyo de Gracomsa Alimentaria,
colaboran varios agricultores locales, que se benefician a su vez de una
gestión que controla el crecimiento de «malas hierbas» en los campos y
contribuye a prepararlos para la próxima campaña. Arroceros que participan en
la iniciativa facilitando los trabajos de «fangueo» de varios campos en los que
la planta del arroz no se ha desarrollado con éxito. Tras unos primeros
resultados «muy positivos», según los promotores de la idea, el proyecto
«Arrozales de paso» tendrá continuidad en años futuros, en los que se espera
crear la mayor superficie posible de hábitats para este grupo de especies
amenazadas.
Me vuelvo a acercar a la marjal del Saler donde a finales del mes
pasado disfrute de una buena sesión de flamencos, y sorprendentemente siguen
por allí. Parece ser que cuando están a gusto en algún sitio permanecen en él
durante algún tiempo. En esta ocasión estaban más desconfiados y no se han acercado tanto
como en la vez anterior, pero me he entretenido con dos ejemplares que tenían
una ardua disputa. Por su plumaje parecían ser dos jóvenes machos probando sus
fuerzas y practicando los rituales de combate para más adelante cuando entonces
sí, tengan que pelear de verdad con otros machos por el territorio o las
hembras.
Una familia de azulones con pollos muy crecidos sesteando
tranquilamente por la tarde en una acequia de la marjal del saler. Cuando digo tranquilamente es literal porque pare el coche a escasos 3
metros y no me prestaron la más mínima atención y siguieron a lo suyo. Espero que pronto cambien de actitud y espabilen porque en apenas un
par de meses se abre la temporada de caza y como no anden listos acabaran tiroteados
y dentro del zurrón de algún cazador.