En la sesión de esta mañana han aparecido dos ejemplares de ratonero
diametralmente opuestos. Uno, un ejemplar grande y tocho, de tonos oscuros y de
actitud dominante y agresiva (posiblemente una hembra adulta) y el otro, un
ejemplar de pequeño tamaño y con una actitud tímida e insegura (seguramente un
joven macho con menos de un año de vida). Lo de catalogarlos por sexo según el tamaño es porque es norma habitual
entre las rapaces que las hembras sean ostensiblemente más grandes que los
machos.
Volvemos a visitar el hide del mas del Jutge y la verdad es que hay
pocas novedades con respecto al mes pasado. Hay que reconocer que con este invierno tan suave, los invernantes que
nos han visitado han sido de poca alcurnia, lejos quedan los tiempos en que por
estos pinares se veían piquituertos, charlos e incluso picogordos. Estamos a las puertas de una nueva estación y la cosa sigue igual de
floja. Esta mañana, aparte de las especies habituales de esta zona, lo más
destacable han sido los mosquiteros comunes y los verdecillos que han acudido
en buen número al bebedero y han estado muy activos. Me alegra especialmente la presencia de los verdecillos, los cuales
pertenecen a la familia de los fringílidos, un variado grupo de pequeñas aves
cantoras, cuyas poblaciones están siendo diezmadas de forma implacable. Los fringílidos cuentan con un bonito plumaje y con un bello canto, y
lo que tendrían que ser dones de la naturaleza, la ruindad humana los han
convertido en su mayor desgracia. Ingentes cantidades de jilgueros, verderones,
pinzones, pardillos y verdecillos son capturados cada año con artes de caza
masivas y acaban en el mejor de los casos enjaulados de por vida para mayor
gloria del “silvestrismo”, otra barbarie de gran arraigo en nuestro pais, disfrazada de “costumbre del
patrimonio sociocultural”. Incluso la Comisión Europea nos ha exigido el cese definitivo de tales
prácticas y que en España ha propiciado entre 2013 y 2018 la captura de más de
1.700.000 de estas bellas aves.
En las sesiones en una zona tan antropizada como es la marjal de la
Albufera, es normal tener molestias derivadas de las actividades humanas: paso
de vehículos, tractores, arroceros trabajando cerca, gente corriendo, paseando
o en bicicleta e incluso como me ha pasado en un par de ocasiones, pasadas
rasantes de avionetas fumigando. En la sesión de esta mañana y que iba viento en popa con numerosas
entradas de laguneras y ratoneros, ha sido la llegada de una garza real, ave
con ciertas tendencias necrófagas, la que ha provocado el caos, pues ha
espantado a todas las rapaces y ha provocado que tuviera que cerrar la sesión
prematuramente.