Este año las águilas calzadas se muestran bastante abundantes en el
Parque natural de la Albufera y en el entorno de huertas alrededor de la ciudad
de Valencia. Una buena oportunidad para disfrutar de ellas. Probamos en una zona frecuentada por lo menos por un par de ellas,
aunque como siempre en las primeras intentonas el fracaso es lo más usual. De
momento urracas para aburrir y un par de laguneras, aunque en la última sesión,
una calzada en lo alto de un eucalipto estuvo controlando a una de las
laguneras mientras se alimentaba.
Volvemos a la Sierra de Espadan para visitar el despoblado de Jinquer. Un recorrido excepcional de apenas 10 km y 400 metros de desnivel,
donde recorremos excepcionales bosques de pinos y alcornoques y rendimos visita
al despoblado de Jinquer, uno de los mejores ejemplos de pueblo abandonado que
podemos encontrar en tierras valencianas. Tal y como nos indica Agustí Hernàndez en su blog "Els
pobles valencians abandonats", el
Jinquer conoció durante el siglo XX dos fases: su máxima población histórica, a
principios de siglo; y su despoblación definitiva durante la Guerra Civil,
después de haber llegado a tener más de un centenar de habitantes en el año
1913. En la actualidad, el único edificio que permanece en pie es la antigua
iglesia, que conserva sus muros perimetrales y parte de su altar. El acceso se
realiza a través de un arco en la fachada principal y, una vez dentro,
comprobamos que ha perdido la cubierta y que se trata de un edificio de
pequeñas dimensiones, acorde con el número de fieles y “almas” que residían en
la población. Muy cerca de las ruinas del pueblo está el castillo, que aunque no es
accesible su interior si nos podemos acercar para contemplar sus muros. Para el recorrido usaremos tramos del GR-36 y del recientemente creado
GR-333.
Por fin hemos pillado a gusto al ratonero de fase muy clara. Sin estar seguro al cien por cien, si parece el mismo ejemplar que el
año pasado, lo cual hace que su presencia sea incluso más excepcional si cabe,
pues si ya de por si la invernada de un ave de este tipo en la península
ibérica es muy rara, el que haya repetido dos inviernos seguidos exactamente en
el mismo es verdaderamente excepcional. Sea como fuere, es un auténtico placer tenerlo otra vez entre nosotros
y a ver si hay suerte y nos sigue visitando en años venideros.