La ardilla roja (Sciurus vulgaris) es un popular, ágil y simpático
roedor que desarrolla su vida de modo fundamental en los árboles, con hábitos
diurnos y que está activo durante todo el año.
De talla mediana, está dotado de una larga y peluda cola que le sirve a
la especie como punto de apoyo y, fundamentalmente, para equilibrar sus ágiles
movimientos en los árboles.
Como su nombre indica, tiene un pelaje de color rojizo, aun cuando la
coloración puede variar significativamente entre los individuos y particularmente
de una subespecie a otra. El pelaje del animal también difiere sensiblemente de
invierno cuando el pelaje o capa es más oscuro que en verano, con un tono
general más claro.
La ardilla roja, es un animal muy sociable y simpático, que acepta la presencia
humana sin dificultad, por lo que es habitual verla en parque y jardines, donde
acepta con agrado alimentos de las personas. Por el contrario en las sierras y
lugares donde no está habituada a la presencia humana, al menor atisbo de
movimiento o ruido huye con rapidez y trepa por los árboles para situarse fuera
de su alcance.
La ardilla se alimenta sobre todo de semillas de distintos arboles como
robles, pinos, hayas y avellanos. También consume frutos secos como castañas y
nueces. Además, se alimenta de bayas y partes vegetales como cortezas y
rebrotes cuando su alimento básico no está disponible.
En raras ocasiones, cuando escasea su fuente de comida, la ardilla se
alimenta de materia de origen animal y puede cazar insectos, caracoles, incluso
polluelos.
La esperanza de vida es en promedio de tres años, aunque puede llegar a
10 en cautiverio. La supervivencia está positivamente vinculada a la
disponibilidad de semillas en otoño–invierno. El 75-85% de los jóvenes muere
durante su primer invierno, y la mortalidad es aproximadamente del 50% para los
inviernos subsiguientes.













