En el hide de Ribarroja, tras un mes de remodelación y alguno más de
baja actividad por el fuerte calor, parece que poco a poco empieza a recuperar
parte de su actividad habitual. En la sesión de ayer por la tarde, sobre todo destacar dos ilustres
visitantes, el alcaudón real y el roquero solitario, el primero convertido ya
en cliente habitual y el segundo en una primera y esperada aparición tras
varios meses de ausencia.
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