Estamos a primeros de abril y el proceso migratorio va a todo ritmo; se
nota que están llegando especies
reproductoras y nos abandonan las invernantes, entre ellas las rapaces. Tanto
es así que la mayoría de ratoneros y calzadas ya se han ido, y aunque los aguiluchos
laguneros también han empezado este proceso, estos suelen ser de los últimos en
hacerlo.
Siendo que parece que les he pillado el tranquillo y que hasta el
invierno que viene no tendré oportunidad de volver a fotografiarlos, intento
una última sesión con los laguneros antes de que se marchen a sus áreas de
reproducción.
Además el tema de los laguneros aún no está cerrado, pues ahora tengo
que intentar fotografiar algún macho adulto, los cuales parece ser que son
bastante más escasos que las hembras.
En esta ocasión el escenario ha sido una extensa mancha de carrizal con
alguna zona inundada y un buen claro central y el método utilizado ha sido el
mismo que en la anterior ocasión: esmerarse en la confección del hide (en este
caso dentro de un espeso arbusto de taray) y utilizar conejo muerto de cebo.
Gracias a la cuidadosa y acertada elección de la zona, solo he
necesitado un par de sesiones para poder fotografiarlo. El pero es que cumpliendo
con la tendencia general, el ejemplar en cuestión ha sido una hembra o un joven.
Parece que el tema de fotografiar al macho del lagunero tendrá que quedarse
pendiente para el invierno que viene.
Si bien es cierto que algunos laguneros se quedan a pasar el verano en
la albufera, estos son muy pocos y están muy dispersos, lo que dificulta muy
mucho intentar fotografiarlos en esta época.
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